viernes, 10 de abril de 2009

** HÉCTOR (II)


... No pude evitar girarme y comerme con toda el ansia del mundo la boca de Héctor. Besaba como un dios, besaba con dulzura y con pasión, con ternura y con deseo; besaba como si en ese preciso instante el mundo tocara a su fin.

Avancé hacia el ascensor y recé por cruzarme con algún vecino, con alguien que fuera testigo de mi vicio. Siempre me había gustado que me miraran, siempre ese punto exhibicionista, siempre el morbo de lo prohibido. Notaba la respiración de Héctor detrás de mí. Entró un vecino...mmmmmm...

-Sube, cabemos todos- espeté al respetable marido del tercero. Me gustaba mucho aquel vecino, "creo que será mi siguiente presa".

En el ascensor, Héctor apoyó su deliciosa polla en mi culo, la notaba crecer por momentos; también los latidos de mi corazón amenazaban con hacer estallar mi pecho. Estaba lo suficientemente excitada como para hacer locuras, todas las locuras que se me quisieran proponer. Me acerqué a mi vecino. Rocé su espalda con mi pezón, lancé mi aliento a su cuello, gemí en voz baja pero suficientemente cerca de él como para que me oyera. Intuí su desazón, el morbo que le generaba la situación. El vecino por delante y Héctor por detrás... La realidad superaba toda la imaginación del mundo. Mis tetas subían y bajaban a un ritmo descontrolado y me estaba poniendo loca de deseo. De pronto, toqué el botón de parar el ascensor...

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